miércoles, 21 de noviembre de 2012

LA SENDERIZACIÓN DE LA PROTESTA


 
Por: Claudio Zapata

La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Decana de América, ha sido siempre un espacio privilegiado para analizar la dinámica política de nuestra sociedad. En la década de los setenta, cualquier posición diferente a la predominante, era rápidamente cuestionada. No se podía ir en contra de la unidad o del pensamiento guía. Los que cuestionaban la verticalidad o el dogma eran acusados de reaccionarios, aludiendo no estar a favor del nuevo orden que pretendían conseguir. La frase tiene sus orígenes en la Revolución francesa, cuando de manera peyorativa se utilizaba para referirse a los contrarrevolucionarios, a aquellos que aspiraban a conservar el orden de las cosas.

En la misma época, donde era muy común compartir la ideología marxista, otro calificativo para combatir al adversario era el de revisionista. Acusar a alguien de revisar las premisas fundamentales del materialismo histórico era sin duda un golpe certero, púes nadie quería cobijarse en esa categoría política. El término fue inicialmente utilizado para cuestionar revisiones injustificadas y devino con el pasar del tiempo en un acto de traición hacia la práctica y teoría marxista.

En la década de los noventa, una mirada diferente, una persona nueva, alguien que trataba de indagar el porqué de las cosas, era rápidamente descalificado con la insinuación de ser un infiltrado. Te acusaban de ser parte de los servicios de inteligencia, en una época en que te sentías amenazado y vigilado tanto por las organizaciones violentistas como de las unidades estatales de investigación. Los acusadores -por lo general- trataban de descalificar a la persona antes que a sus argumentos. Me parecía que era una especie de miedo a lo distinto. En algún momento, al ser un chico de la facultad de economía que asistía a reuniones en la facultad de sociales, reconocí que hablaban en esos términos de mí, a mis espaldas.

Hoy en día, un nuevo término se acuña debido al desprecio masivo por el accionar terrorista y su ideología. Cualquier cuestionamiento al status quo pretende ser calificado como senderista. Lo usó Patria Roja para justificar la violencia contra quienes consideran llevan muchos años en la conducción de la FEP y proponían un recambio en su último congreso. Ahora lo usa el rector Cotillo (aquel que tuvo la genial idea de condecorar a congresistas sanmarquinos sin importar lo impresentables que fueran, como lo es el acusado de proxenetismo, el fujimorista Néstor Valqui) para descalificar cualquier cuestionamiento o protesta sobre la crisis institucional que existe en la Decana de América. En un reciente artículo en la revista Caretas, el rector denuncio que habían varios grupos que responden al mismo cordón umbilical, ergo los llamo prosenderistas o filosenderistas. Cotillo identifica en esa categoría al conjunto de organizaciones que critican la gestión establecida dentro de la universidad. Una gestión mediocre y con serias limitaciones en materia de transparencia. Cualquier organización con un discurso a favor de una gestión diferenciada podría ser denunciada como tal por el sindicado rector.

La “masiva” presencia de organizaciones filosenderistas no es reciente como pretende hacer ver la prensa. Varias de las organizaciones existentes fueron –y son- aliadas del rector para hacerlo llegar a ese cargo. Que mejor que utilizar este miedo sembrado en la población para construir una imagen diferente ante la opinión pública.

Otro hecho que da cuenta de la táctica usada por la máxima autoridad sanmarquina se evidenció el 15 de noviembre. Un grupo de ronderos cajamarquinos que montan guardia en las lagunas que serían afectadas por el proyecto Conga, fueron invitados por la comunidad sanmarquina para escucharlos. El personal de seguridad tenia ordenes de impedir su ingreso. El grupo organizador del evento asumió la responsabilidad ante cualquier suceso para lograr la entrada al campus. En pleno evento, el cuerpo de seguridad se acercó a la reunión con el objetivo de retirarlos acusándolos de ser miembros de una organización terrorista. Cuando se preguntó quién los había enviado, la respuesta fue obvia: el rectorado.

Un nuevo calificativo peyorativo pretende ser  construido por el actual rector de la primera universidad pública. Grupos cuestionados por el señor Cotillo reniegan de esa acusación y deslindan con Sendero y con Cotillo, pues consideran que son parte de lo mismo. La reciente “marcha por la paz” organizada por los partidarios del rector tuvo como respuesta una contramarcha. Ese mismo grupo de alumnos, provenientes de organizaciones de izquierda, lo esperaban en la plaza Dos de Mayo con un cartel titulado: “Ni Cotillo ni Sendero, San Marcos es primero”. Algunos profesores y decanos de facultades vinculadas al rector quisieron apabullarlos, de hecho los agredieron.

Este valiente grupo de estudiantes se enfrenta a lo peor de la universidad pública: los representantes de las lógicas clientelares, corruptas y deficientes -académicamente hablando. Muchos no aparecieron por el miedo que los confundan con los verdaderos filosenderistas en los medios de comunicación. Los que sí fueron, prefirieron ser consecuentes y oponerse públicamente a quien consideran es el mayor problema de la crisis de San Marcos: sus autoridades.

 

Lima, 21 de noviembre de 2012

 

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